El 1 de julio, el día del Orgullo de Seúl, en otro lado de la ciudad se celebró la fiesta No Pride. Se convirtió en un lugar político para discutir la diversidad de vidas y de derechos de las personas de minoría sexual que la política del orgullo no podía capturar.
Traducción al español: Miguel
Revisión de la traducción: 희중
Redacción del texto original: 권태
Revisión del texto original: Miguel
El 1 de julio, cuando se celebraba el Orgullo de Seúl, en otro lado de la ciudad se celebró la fiesta No Pride. Fue convocada por el Círculo de Investigación de Asuntos de Trabajo Sexual y de Drogas y con la colaboración de diversas entidades como el Círculo de Investigación de los Derechos de la Salud de los Trabajadores Sexuales, Scarlet Chacha (dedicado a la liberación de los trabajadores sexuales), Gender Voyager (‘Viajeros de Género’, dedicado a la resistencia al binarismo de género), Uhmsalon (dedicado al veganismo), el Círculo de Investigación POP (Power of Pleasure, dedicado a los temas de drogas), IW31 (International Waters 31, dedicado a la abolición de los centros de detención de extranjeros) y las Personas Sordas LGBT de Corea. Las entidades participantes gritaron que estaban en conflicto con la política del orgullo LGBT, que se centraba en el aumento de autoestima, y capturaron las historias de los ‘seres ilegalizados y excluidos’ del concepto del orgullo LGBT.
Uno de los factores que hicieron nacer la fiesta No Pride fue la participación de Gilead Sciences Korea, una compañía farmacéutica multinacional, en el Festival de Culturas Queer de Seúl (SQCF). Esta empresa produce Truvada, el medicamento para la PrEP. Este año, Community R, la entidad de los jóvenes y adolescentes seropositivos de Corea, convocó una manifestación en el sitio del SQCF para condenar su participación por dos años consecutivos.
Todo esto se basa en la crítica de que el dinero que las multinacionales farmacéuticas invierten para ‘patrocinar’ los orgullos en diferentes países corresponde a pinkmoney (dinero rosa). Los intentos de las empresas de esconder sus acciones contra los derechos humanos en general con la excusa de los derechos de las personas de minoría sexual se llaman pinkwashing (lavado rosa), el cual tiene que ver no solo con Gilead, que sigue prorrogando la patente del medicamento y busca ganancias exclusivas, sino también con sus donaciones, que difícilmente se considerarían donaciones puras. “Los derechos de la ciudadanía de minoría sexual son sustituidas por los derechos del consumidor y están finalmente reducidos al poder adquisitivo para comprar medicamentos caros”, señaló Community R, expresando su oposición al pinkwashing de las multinacionales farmacéuticas que devuelve los derechos a la salud a la lógica del provecho.
Los convocantes de la fiesta No Pride también cuestionaron el llamado ‘criterio imparcial’ del SQCF, que había aceptado las paradas de los clubes LGBT de las universidades y las de embajadas extranjeras pero rechazado la de los trabajadores sexuales. Además, criticaron la actitud de disponer de intérpretes de lengua de signos “por si vienen las personas sordas”, sin intentar invitar a las propias personas sordas o disponer de la interpretación de lengua de signos que refleje apropiadamente los derechos LGBT. Fueron añadidas las historias como la exclusión de los adictos de droga, de las personas con trastornos mentales, de los adolescentes que suelen ser rechazados a entrar en el afterparty del orgullo. Muchos activistas y personas LGBT subieron al plató a coger el micrófono y actuaron para capturar las vidas y derechos de las personas de minoría sexual que la política del orgullo no había podido abrazar. Hay que prestar atención a las diversas formas de vida de las personas de minoría sexual que se han quedado fuera de la política del orgullo.
Lean abajo la convocatoria completa de la fiesta No Pride.
La fiesta No Pride de los seres ilegalizados de los que el orgullo se avergüenza
Los invitamos a la fiesta No Pride, el antiorgullo de los exiliados queers
¿Cómo están, los queers de todos los ámbitos de la vida, incluidos los no ciudadanos cuya existencia es ilegal, los trabajadores inmigrantes, las personas sin hogar, los portadores de enfermedades de transmisión sexual, las personas con diversas enfermedades mentales, las personas con discapacidad, los maníacos de la exposición, los consumidores de drogas, los travestis y los adictos al sexo?
Somos personas con atributos que impiden que las personas queers logren la afirmación y el respeto de la sociedad normal. Somos queers pobres, queers feos, queers que no saben bailar, queers estúpidos, queers sucios y desagradables, queers que son criminales, queers que están enfermos, queers que contagian enfermedades.
No podemos ni queremos estar orgullosos como miembros de una sociedad normal, una sociedad que envidia a los blancos y desprecia a los de color, una sociedad donde los centros de detención de extranjeros están en pleno auge, una sociedad que se niega a garantizar el derecho de circulación de las personas con discapacidad, expulsa al virus y a las personas infectadas de la comunidad e ignora las condiciones de vida a las que se enfrentan los consumidores de drogas, una sociedad en la que incluso la política progresista participa en la criminalización de los trabajadores sexuales. Nuestra existencia, que se considera vergonzosa en cualquier parte de esta sociedad, está reñida con la política del orgullo que afirma la identidad queer y aumenta la autoestima.
La idea de que nuestra diversidad también se pueda convertir algún día en un orgullo está un poco lejos de la realidad que hemos vivido hasta ahora. Recordamos experiencias concretas en las estuvimos despachados al otro lado de la autoestima propulsada por la política del orgullo porque amenazábamos el orgullo de los queers normales. Nuestros problemas, que siguen jugando un papel en el dicho “No todos los queers somos así, sólo es un problema de algunos otros”, a menudo se consideran como cuestiones irrelevantes a los queers y se quedan encubiertos de las discusiones dentro y fuera de la comunidad queer.
Ahora intentamos salir de las barreras policiales. La policía no es una organización que nos apoya ni protege. Estamos sometidos habitualmente a las represiones policiales y vivimos bajo las amenazas de la violencia policial. Los efectivos policiales desplegados en el sitio del orgullo en nombre de la seguridad blanquea la brutalidad policial y limita las posibilidades de los queers.c
Ahora intentamos salir de las paradas de las grandes empresas y de las embajadas. Sentimos la conciencia crítica por el enorme capital y el poder estatal que encarcelan y explotan a los queers marginados. Estamos enfurecidos por la malicia del poder que promueve el orgullo queer al mismo tiempo que explota a las personas queer. Vemos a estos poderes como el resultado y la causa de los poderes raciales, sexuales y de clase que agravan la desigualdad en este mundo.
Rechazamos el orgullo de comer bistecs de precios elevados con una gran iluminación. Esa luz no ilumina nuestra pobreza. Algunos de nosotros en la sombra preferimos acercarnos al animal sacrificado en lugar de coger el tenedor.
Así trataremos de ir a un sitio que revela completamente la voz perdida de algunos de los queers. Reflexionaremos críticamente la política del orgullo y celebraremos una fiesta sin el orgullo para criticar el poder que desautoriza a los queers en nombre del orgullo.
Nos oponemos a los centros de detención, desafiamos las leyes que nos ilegalizan y resistimos a la tiranía que criminaliza nuestras vidas.
¡Descriminalización del trabajo sexual!
¡Descriminalización del uso de drogas!
¡No a los centros de detención, no a las detenciones!
¡Que el estado deje de detener a los usuarios de drogas, a los trabajadores sexuales, a los inmigrantes no registrados, ni a los infectados de VIH!
¡Que la comunidad queer no nos denuncie a la policía ni nos odie y que nos apoye!
Traducción al español: Miguel
Revisión de la traducción: 희중
Redacción del texto original: 권태
Revisión del texto original: Miguel
Bibliografía (Materiales en coreano)
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